IRENE MIGUEZ Gira Tango Tairona (2006) |
LA RUTA A UNA VIDA NO PLANEADA.
Días de la primavera. Atardecer. Llegaba a la escuela de teatro como cualquier otra tarde de esos últimos tres años. No hubiera pensado nunca que me esperaba ahí, como si nada, el principio de una cadena de sucesos que terminaría cambiándome la vida, Sumergiéndome en el terrible vicio del vértigo. Sí, el vértigo que te da caminar en medio de una ciudad desconocida y lejana, de la incertidumbre que te da no tener otra cosa más que una mochila como única seguridad y sobre todo del enormísimo sentido de autosatisfacción (casi diría omnipotencia, pero suena muy pedante) que da saber que a pesar de que una es solo un minúsculo ser , apenas una pelusita, en ese mundo enorme, aún así se puede manejar en ese mundo sin mucho de lo que atarse para no volar.
Ahí, en el hall de la escuela, un negro de rastas largas, vistiendo una campera roja con líneas blancas (la misma que hoy conservo en mi armario y uso de abrigo entre casa los días de frío) esperaba para proponernos algunos talleres.
Como las cosas de la vida son extrañas y más extrañas las personalidades como la de Jeremy o la mía. Ese extranjero de rastas se transformo en mi profesor, mi director y “el Colombiano que te llevaste a vivir a tu casa”.
Ese mismo que después de compartir convivencia, charlas, desayunos, postres, comidas, me propuso que me fuera con él y con otros ocho personajes de viaje por el continente.
Digo personajes, porque así era, una locura que parecía sacada de ficción para mi vida que hasta entonces había sido tan común y ordenada.
Pum! Una casa de pareja , de repente se transformo en una casa de tres. O quizá de cuatro, de cinco, de seis…
Pam! Un living comedor de repente se transformó en una sala de ensayo, con círculos de tiza pintados en la alfombra.
Pum! Presenté mi renuncia a mi trabajo formal y nos subimos a un micro.
A partir de ahí todo se transformó. Salió de adentro mío, la bestia que aparece cuando cruzamos la frontera. Y hubo momentos de maravillosa alegría mezclado con momentos de angustia. Me encontré en medio de un mar de dudas que hacían naufragar unas pocas certezas.
Y entre conocer nuevas ciudades, hacer funciones y convivir entre nueve, se alternaban discusiones por dinero, por la yerba y por la escasez de mate, con borracheras de alegría, guitarreadas, encuentros de amores fugaces y no tanto, comidas abundantes y almuerzos de pan y mandarina. Y así fue hasta llegar a destino y sentir que esa ciudad a la que llegábamos, la ultima estación, tenía olorcito a Victoria.
El regreso tampoco fue fácil, me encontré con una vida parecida, casi igual a la que yo había dejado, pero yo ya no era la misma, había cambiado o crecido o algo así, y las cosas irremediablemente empezaron a cambiar. En ese momento no me daba cuenta si era yo la que las cambiaba o la que las quería mantener y no podía. Pero al año de mi vuelta, les puedo asegurar que yo no era la misma y mi vida tampoco. De ahí, lo que era de modificarse de mutar y de tomar caminos inesperados. De ahí, no pare de viajar cada vez que pude, de ahí empecé a tomarme el teatro aún más como parte de mi vida, De ahí descubrí imágenes e ideas que latían adentro mío! Y como late Latinoamérica!
Ya está , no fue fácil, pero si de algo sirve mi experiencia, ese viaje fue uno de los factores que desencadenó en mi lo que soy hoy. Y Hoy soy a pesar de todo y con todo eso, feliz porque amo lo que hago.
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IRENE MIGUEZ fue parte del viaje "Tango Tairona" (2006) cuando La Petisa Babilonia se llamaba Teatro Serie B de Buenos Aires, un viaje de tres meses conformado por Argentinos, francesas y colombiano. Nos presentamos en Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia con dos obras "Candelaria Carnaval" y "Fractales"
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IRENE MIGUEZ fue parte del viaje "Tango Tairona" (2006) cuando La Petisa Babilonia se llamaba Teatro Serie B de Buenos Aires, un viaje de tres meses conformado por Argentinos, francesas y colombiano. Nos presentamos en Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia con dos obras "Candelaria Carnaval" y "Fractales"
Hermoso.
ResponderBorrarQue el curso de la vida nos cambie lo que debimos ser, asi no supondremos despues lo que no fuimos
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